La respiración se ha tornado caliente, y aquella estación
fría paso a ser concepto de estudios. Nunca más la viviremos… y se ha llevado
consigo el aliento de media vida concentrada entre noviembre y abril.
Hoy me siento sola. Hoy me siento creadora. Yo, mis
cigarros, mi vino y mis fieles páginas estrenamos la terraza por primavera;
sálvese el burro. Nos convertimos en lo que alguien llamó isolation work group: nos disponemos a inventar, y a transpirar…
Mi piel ha cogido un extraño tono melancólico con el sol,
pero a base de sombras volverá a su color natural: la alegría. La melancolía es
a la alegría lo que el tono al color. Y la montaña SIEMPRE va a Mahoma. Y así
funciona el juego, así va, de gamas cromáticas y de Mahomas…
Llevamos ya algunas horas creando: mis cigarros, mi vino,
mis fieles página, el burro y yo. La pregunta de la que partimos para el
desarrollo de nuestra empatía es qué se alinea para que algo se queje por
dentro. Y de qué se queja, sobre todo de qué… Que se queja lo sabemos, los
síntomas son tan evidentes como ambiguos. Físicamente las dolencias son
superficiales, aunque el estómago se debate entre el vacío y el lleno. Las
peores van por dentro. La cabeza quiere descansar pero la mente le envía
constantes luminosas que no llegan a materializarse en conceptos. Es la pura
abstracción… El corazón también se resiente, y bombea demasiada sangre, como si
quisiera limpiar la conciencia…
Fuera no se mueve el aire… dentro hay alto riesgo de
huracán.
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