Café negro,
Y sonrisa blanca.
Pura como la nieve en verano.
Como las flores de mayo, dulzura.
Café negro,
Y sonrisa blanca.
Y algunas lágrimas de cocodrilo,
Sobre papel reciclado de rayas.
Que difuminan la tinta,
Que navega por sus venas.
Por sus gruesas y pronunciadas venas.
Café negro.
En una tarde de frío y sol.
Café casi negro.
Y ella,
Vagabunda entre miles de almas,
Sentada en la cama.
Reposa su cuerpo y su espíritu,
Mientras saca a pasear,
Los pájaros de su cabeza.
Levita en riguroso silencio.
Mientras grita
Sensaciones inacabadas,
Y pasiones postergadas
Que se mezclan con el vago aliño
De una tarde de domingo
Que regala luz en estado de supervivencia,
Y felicidad ficticia para los felices.
Feliz.
Era ella la felicidad
Encarnada en mujer.
Labios de fiera
Insaciables de vida
Con carmín para escapar
Del mal endémico disfrazado de rutina.