martes, 26 de enero de 2010

- DIVERSIÓN ENMASCARADA -

El invierno se desboca en mis latidos. Se camufla entre la nieve y el sol, haciendo lupa a mis sentidos, recordándome, entre copos de canela blanca, que la vida quiere jugarme a su sarna y antojo, con el único premio del destino abrumador… Me desea. La vida, codiciosa ladrona de almas, encaprichose un día con mi espíritu, que desde entonces camina vagabundo a merced de las estaciones, con el único espoleo del tiempo en un calendario sin catorces de febrero. Parece que el alba agoniza. Todo se vuelve más túrbido con la claridad del día. La nieve pincela las calles de este amotinado invierno. Las ánima empiezan a caminar por el monte de la rutina, olvidándose de que hasta el mas mínimo detalle puede tornar su día anormal. Olvidan, los transeúntes, la diversión enmascarada en el hábito… Yo lo descubrí un treinta y dos de diciembre. Desde entonces camino rompiendo esquemas. Observando la originalidad de las cosas más sencillas. En ellas está el secreto de la eternidad...

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