domingo, 24 de mayo de 2009

-En algún helador agosto que se baña entre hojas caducas-

En algún helador agosto que se baña entre hojas caducas, Paseando por cualquier calle, a ciegas... Me enjuagará los ojos con rocío de amor, Y me curará esta opaca ceguera Para poder verle cada mañana, Cuando los primeros rayos anunciadores del alba Se cuelen por nuestra ventana. Será él la mezcla perfecta de todos los labios que me hayan malbesado, De todos los recíprocamente malgastados. Tendrá lo esencialmente necesario para vivir en este mundo de hombres hambrientos de hombres; Noventa y nueve sueños y cien ideales. Pero ha de ser condición necesaria cumplirlos todos, O al menos la mitad. Conmigo. O sin mí. Pero no enterraré a aquel que quise por soñador Con ciento noventa y nueve deseos caducados… Vivirá seguro de sí, Y de mí. Creerá, entre avatares, en el hombre y en el amor, Y compartirá la mitad de su misterio conmigo, Reservando el resto, Para él y para Dios, Solo así podré seguir queriéndole cada mañana un gramo mas, Y el reloj de arena blanca seguirá contando los granos de playa y pasión a su lado… Conocerá la forma de todas mis sonrisas, Y el enigma cromático de cada una de mis lágrimas, Solo él sabrá la cicuta que preciso en cada momento, Y entre versos, descubrirá el secreto. Y así, en algún helador agosto que se baña entre rosas caducas, Paseando por cualquier calle, a ciegas, Encontraré sin quererlo, Al hombre de mi eternidad…

1 comentario:

  1. Cuando pasee por cualquier calle, a ciegas, y encuentre sin quererlo, en algún helador agosto que se baña entre hojas caducas al hombre de mi vida, me acordaré de ti.

    De ti y de todas esas palabras con las que consigues describir lo que todas sentimos.

    Te quiero. Hoy y siempre

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